sábado, 21 de noviembre de 2015

Violencia de género en la adolescencia ¿Cómo detectarla?


La violencia de género en la adolescencia, por desgracia, es cada vez más frecuente en nuestros días. La educación desde las familias es imprescindible en la prevención de la violencia de género. Las familias pueden prevenir y darse cuenta de las situaciones de riesgo que viven sus hijas, y a su vez, trabajar en la educación no sexista de hijas e hijos. Al mismo tiempo, son un referente dentro de las relaciones de pareja: hijos e hijas van adquiriendo pautas y modelos afectivos que van viendo a su alrededor, por tanto, la relación de pareja que han observado en sus entornos más cercanos es importante. Son las formas de comportamiento, comunicación, afecto y respeto, las que van formado sus ideales afectivo-sexuales, no el tipo de relación o situación sentimental que vivan sus familias. 
Un aspecto importante a la hora de educar en igualdad y prevenir la violencia es no insistir en que nuestras hijas e hijos tengan pareja. No es extraño encontrar familias que comentan con sus hijos e hijas de 3 años la posibilidad de tener novia o novio: «Mi hijo es muy adelantado ya dice que le gusta una chica en la clase». Esto aparte de inculcar a niñas y niños la importancia de una pareja en sus vidas, les puede producir algún tipo de problemática futura en relación a definir su identidad sexual. Aquí lo que comenzamos como un juego o un comentario sin importancia puede traer consecuencia a largo plazo. En las edades adolescentes es donde, con mayor grado, se visibiliza esto, familias que preguntan a sus hijas e hijos «Oye, ¿te has echado ya pareja?». Frases como éstas, sumadas a la «seguridad» que en muchos hogares supone que una chica tenga pareja a una determinada edad, conducen a seguir perpetuando las relaciones de poder en las parejas jóvenes. 
Existen algunas diferencias sobre el significado que las familias expresan cuando hijas e hijos tienen pareja. Mientras que para una chica tener pareja produce en las familias una mayor seguridad («alguien la acompañará a casa»: el estereotipo de príncipe azul), para los chicos deriva en una mayor tranquilidad («si está con alguién estará más centrado»: el estereotipo de cuidadora) un ejemplo de la educación desigual de género. Esto, por supuesto, no se da en todas las familias, pero sigue estando presente en gran parte de ellas. Modificar los mensajes que damos a hijas e hijos, repensando lo que éstos producen, es el primer ejercicio para prevenir y evitar situaciones de riesgo.

¿Cómo puedo darme cuenta de que mi hija puede estar en un relación de riesgo?

Entre los indicadores que podemos tener en cuenta, aunque existen otros tantos que no son muy comunes, podemos encontrar: 

   -Se muestra más irascible. 
   -Hace tiempo que no ve a sus amigas, o se relaciona menos con ellas. 
   -Está todo el tiempo con la pareja. 
   -Ha cambiado su forma de vestir, ya no usa la misma ropa. 
   -Su nivel académico es menor que antes. 
  -Su comportamiento en el Centro Escolar es diferente y el profesorado comenta su cambio de actitud en clase. 
   -Está muy centrada en el móvil, el Messenger, el Tuenti… y otras redes sociales de Internet, pero sobre todo con su pareja. 
   -Antes iba a actividades de ocio, deporte…, pero desde que tiene pareja ha dejado de ir. 
   -Su autoestima es bastante baja. 
   -Su relación con la familia se ha deteriorado, ya no existe tanta confianza como antes. 

En estos casos debemos tener como objetivo ganarnos la confianza y comunicación con nuestra hija. Reprochar su comportamiento, su actitud o dejarnos llevar por el miedo puede provocar un rechazo por parte de la adolescente que puede ser contraproducente. La prohibición de ver o seguir con esa persona que «no nos gusta» puede ser una solución equívoca en estos casos. 
Es importante cuando se observen estos comportamientos, buscar ayuda especializada.

Fuente: Instituto Andaluz de la Mujer • Consejería para la Igualdad y Bienestar Social • JUNTA DE ANDALUCÍA   

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