Todos los días, muchos padres se sientan por las tardes con sus hijos a hacer los deberes para el día siguiente.
Muchos de ellos se han convertido en una especie de entrenadores personales, preparando con ellos los exámenes, trabajos, etc..
El hecho de que un padre estudie o haga los deberes con su hijo no es malo, lo malo es la dosis. hacer los deberes con los hijos genera una serie de efectos secundarios que aparecen cuando se crea el hábito, destacando dos efectos secundarios:
1º La confianza que se tiene con los padres permite a los niños remolonear mientras que a los padres se les agota la paciencia y energía. Después de la jornada escolar a los niños no les aptece seguir haciendo más deberes.
2º El hábito generado en los niños impide que éstos desarrollen la autonomía académica y terminan por sentirse incapaces de hacerlo por sí mismos.
Así que lo mejor es responder dudas a los hijos y ayudarlos en temas eventuales pero no sentarse con ellos a hacer las tareas, si tienen algún problema, mejor es contratar a un profesor particular.
Fuente: El portal del hombre.